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Resumen
El
ganado lechero en régimen intensivo pasa la mayor parte del tiempo bajo
techo, por lo que el diseño del alojamiento puede afectar
considerablemente a su salud y a su comportamiento.
La mayor parte de la investigación en
cow confort se ha centrado en el diseño de los cubículos, pero en este
tipo de instalaciones la superficie del suelo fuera de las zonas de
descanso (pasillos, caminos, salas de espera) tiene también una gran
importancia. La superficie de hormigón con que se recubre habitualmente
el suelo de las naves se ha asociado con una mayor incidencia de cojeras
y de problemas podales.
Debido a ello, desde hace algunos años
se vienen proponiendo y comercializando otras alternativas al hormigón,
aunque éste tenga que constituir la base del suelo. Nos referimos a los
suelos de goma o de caucho, cuyos materiales, diseños y características
han ido evolucionando durante estos aos, hasta convertirse hoy día en
una alternativa a tener en cuenta.
1. Introducción
La producción lechera actual se ha
decantado por la utilización de vacas de alto potencial genético y, por
ello, de muy alta producción de leche. Ello exige ´satisfacer unos altos
requerimientos nutricionales, sanitarios y de manejo para que puedan
expresar todo su potencial productivo.
Paralelamente, el incremento del precio
de las materias primas alimenticias junto con el fluctuante precio de la
leche (ninguno de ellos controlable por el ganadero) hace que el
beneficio por litro de leche sea cada vez más bajo y que la principal
manera de rentabilizar la explotación sea produciendo grandes volúmenes
de leche. Por ello y para ello se requieren granjas de un tamaño cada
vez mayor, con mayor número de vacas y de alta producción.
Con la expansión de los rebaños y la
escasez y carestía de la mano de obra se ha ido abandonando los sistemas
basados en el aprovechamiento directo del pasto y confinando a las
vacas en instalaciones cubiertas y con una menor disponibilidad de
espacio. Estas instalaciones, si están bien diseñadas, ofrecen
considerables ventajas como la de proporcionar protección ante las
inclemencias meteorológicas, la posibilidad de refrigerarlas en épocas
de calor, mayor facilidad para acceder al alimento sólido y al agua y un
lugar confortable donde tumbarse y descansar.
En el lado de los inconvenientes, las
vacas se ven obligadas a permanecer de pie y a caminar sobre una
superficie dura, habiéndose generalizado el uso del hormigón por ser
resistente, duradero, económico y de fácil instalación. Sin embargo, no
proporciona el confort y seguridad que las vacas requieren. Si tenemos
en cuenta que las vacas pueden permanecer de pie entre 10 y 12 horas
diarias (o más si el lugar de reposo no les resulta cómodo), es lógico
que las cojeras y los problemas de pezuñas supongan una de las
principales causas por la que las vacas son eliminadas de un rebaño o
que los resbalones sean una frecuente causa de accidentes y lesiones en
estos animales. Un estudio publicado en 1996 en Estados Unidos por el
Sistema Nacional de Monitorización de la Salud Animal indicaba que el
15% de las vacas lecheras eliminadas en ese país lo eran por un efecto
directo de las cojeras. Esta cifra puede parecer razonable hasta que se
consideran los efectos indirectos de las cojeras sobre la producción y
la reproducción, cifrados en un 49,1% adicional de las vacas eliminadas
en los rebaños norteamericanos. Aunque los datos son de casi 20 años
atrás, es indudable que el impacto de las cojeras sobre la tasa de
eliminación de las vacas no ha mejorado mucho desde entonces.
Parece recomendable, por tanto,
conseguir una superficie con tracción y antideslizante, que favorezca la
movilidad de las vacas dentro del establo que les invite a ir a comer
con confianza y seguridad. Si la vaca no se siente segura y cómoda, no
se moverá, lo que supone un comportamiento anormal. Este fenómeno es aún
más acusado en las vacas que tienen problemas podales.
Finalmente, destaquemos que muchas
granjas alivian sus problemas de cojeras permitiendo a las vacas salir a
corrales exteriores de tierra o hierba en las épocas en que estos
corrales permanecen secos (Figura 1). Obviamente, esta alternativa sólo
es posible si se dispone de estas zonas exteriores.
Figura 1. En parques exteriores de tierra, las vacas alivian sus problemas de cojeras
2. Suelos y cojeras
El casco de las pezuñas de las vacas
está en un continuo proceso de regeneración y, en condiciones normales,
el crecimiento y desgaste del mismo se producen a un ritmo similar. Sin
embrago, cuando las vacas son alojadas sobre suelos de hormigón cambia
la forma de los cascos. El crecimiento se acelera por la carga soportada
sobre una superficie dura y la abrasión de esta superficie induce un
mayor desgaste, lo que conduce a malformaciones en las pezuñas, más
propensas entonces a lesiones mecánicas y penetración de agentes
infecciosos. Más aún, la carga total y presiones ejercidas sobre las
pezuñas cuando las vacas caminan es el doble que cuando permanecen
quietas.
Cando la vaca permanece sobre un suelo
duro, hay una mayor transferencia de peso en las pezuñas posteriores
externas, que son ligeramente más grandes que las internas. La
irritación provocada por esta sobrecarga hace que se produzca aún más
casco, lo que origina que la mayor parte de las cojeras se desarrollen
sobre estas pezuñas (Figura 2).
El hormigón, dependiendo de su
formulación y, sobre todo, de cómo se ha “rematado” tras su vertido en
el suelo, es capaz de crear una superficie muy abrasiva para las pezuñas
de las vacas. El hormigón nuevo es más abrasivo que el viejo, y si está
húmedo es un 83% más abrasivo que cuando está seco (McDaniel, 1983). En
suelos abrasivos, la pezuña se desgasta más de lo que es capaz de
regenerarse durante los 2 primeros meses del hormigón.
Figura 2. La pezuña externa es más grande que la interna
Cuando el suelo está húmedo, el daño es
doble, pues a la abrasión y desgaste de la pezuña se le une el
reblandecimiento de la misma y aumento consiguiente de su desgaste. El
estuche córneo de la pezuña es una estructura muy higroscópica, de modo
que la humedad impregna la queratina del casco y la reblandece,
disminuyendo su resistencia y aumentando el riesgo de lesiones.
Otro motivo importante para un desgaste
acelerado de los cascos es un manejo deficiente de los animales por
efecto de la aglomeración de animales e intranquilidad de éstos que
provoca giros bruscos de las pezuñas sobre el suelo y mayor abrasión.
Por esta razón, el diseño adecuado de las instalaciones debe facilitar
el movimiento de las vacas y evitar que estas experimenten fuerzas de
rotación excesivas en sus pezuñas (Figura 3).
Figura 3. Deben evitarse los giros bruscos
De igual forma, la incidencia de
dermatitis digital papilomatosa es, según algunos estudios,
sustancialmente más alta en granjas donde las vacas se desplazan sobre
suelo de hormigón respecto a las que tienen suelo de tierra o a las que
disponen de praderas para pastar. Probablemente ello se deba a la mayor
probabilidad que tienen los microorganismos causantes del problema de
entrar en las pezuñas dañadas por la mayor abrasión del hormigón.
Además del problema de las cojeras per se, éstas tienen efectos negativos diversos:
- Reducen la producción de leche, debido principalmente a la reducción en el consumo de alimento, causada tanto por el dolor como por la menor movilidad del animal.
- Reducen la fertilidad, debido en parte a la pérdida de condición corporal de la vaca. Aumentan el riesgo de que el animal desarrolle quistes ováricos y disminuyen las manifestaciones de celo por su menor movilidad.
- Aumentan el riesgo de mamitis ambientales.
- La menor movilidad de la vaca disminuye las manifestaciones de celo (monta) aumentando la incidencia de celos silenciosos
- El tiempo de descanso puede disminuir por el dolor que experimenta al levantarse y al tumbarse por lo que permanecen más tiempo de pie, agravando aún más el problema.
Todo ello da lugar a una disminución de
la vida útil de la vaca, aumentando la tasa de reposición del rebaño,
con el consiguiente perjuicio económico.
Un estudio realizado en el Reino Unido
(Green y col., 2002) estimaba que las cojeras reducían la producción una
media de 360 kg por lactación normalizada a 305 días. Esta disminución
de la producción podía comenzar hasta 4 meses antes de que el ganadero
percibiese la cojera de la vaca y continuar hasta 5 meses después de
iniciado el tratamiento curativo. Ciertos tipos de cojeras pueden
provocar un descenso aún mayor de la producción, de hasta un 10%.
Además del impacto económico, las
lesiones, heridas y patologías podales suelen ser muy dolorosas (por eso
cojea). Cojear, reducir la longitud del paso, andar envarado y rígido,
arqueo del lomo al andar, descansar la pata afectada y pasar más tiempo
tumbada son algunas de las conductas de la vaca para aliviar el dolor,
por lo que las cojeras consituyen un serio problema de bienestar animal,
cuestión sobre la que la sociedad actual ejerce una presión cada vez
mayor.
Una vaca coja es menos competitiva y
desciende posiciones en el orden jerárquico, se vuelve más temerosa y
tiene tres veces más posibilidades de ser eliminada que las vacas sanas.
También tiene más dificultades para tumbarse y levantarse, con un mayor
riesgo de traumatismos en los pezones y mamitis asociadas.
2.1. Cojeras y comportamiento
La cojera cambia el normal
comportamiento y desplazamiento de las vacas. Las vacas cojas
manifiestan posturas alteradas mientras caminan o mientras permanecen de
pie, lo que parecen ser síntomas claros de malestar. Las vacas cojas
entran a la sala de ordeño más tarde, permanecen tumbadas más tiempo y
pastan (en su caso) durante menos tiempo que las vacas sanas. También
influye negativamente sobre su conducta en el comedero y en el rango
jerárquico dentro del grupo.
El modo en que se desplazan los animales
y su conducta suelen ser los mejores indicadores de la calidad del
suelo. En condiciones normales, la vaca coloca la pezuña trasera en las
proximidades de la “huella” dejada por la pezuña delantera del mismo
lado. La longitud media del paso es de 80 cm. Cuando la superficie del
suelo pierde adherencia o las pezuñas están dañadas, la vaca tiende a
reducir la amplitud del paso y a caminar más lentamente y con la cabeza
más baja. Si la cojera es evidente, arqueará el lomo al andar y se
parará más a menudo, cargando el peso sobre las patas sanas. Existen
diversas escalas de valoración (de 1 a 5 ó de 1 a 4) del grado de
severidad de las cojeras, que evalúan, fundamentalmente, el arqueamiento
del lomo y la longitud del paso. Recomendamos consultar la información
de la página web:
http://www.zinpro.com/lameness/dairy/locomotion-scoring.
Hay otras escalas más sencillas. La
escala del Programa Europeo de Control de Cojeras en ganado vacuno
(dentro del Welfare Quality Project) determina sólo 3 niveles:
0: Vaca sana
1: vaca con cojera leve
2: vaca con cojera severa
La interesante documentación de este Programa de Control de Cojeras puede consultarse en http://www.cattle-lameness.eu.
Para evaluar el modo de andar de las
vacas y determinar si puede haber un principio de cojera, se requiere un
pasillo de unos 10 m de longitud, no muy ancho para evitar que la vaca
se desplace lateralmente y sin nada que distraiga su atención y le
incite a detenerse, lo que suele conseguirse por la presencia de una
persona andando tras ella. Un momento adecuado puede ser cuando las
vacas vuelven del ordeño. También se requiere distribuir en el suelo de
ese pasillo algún material que permita que las huellas de las pezuñas de
la vaca queden marcadas. Pueden efectuarse las siguientes mediciones
(figura 4):
- Longitud de zancada: distancia entre dos huellas consecutivas de la misma pata trasera
- Longitud del paso: distancia entre dos huellas consecutivas de la pata trasera izquierda y de la derecha.
- Solapamiento: distancia longitudinal entre la huella de una pezuña delantera y la huella siguiente de la pezuña trasera del mismo lado. La valoración es positiva si la huella de la pezuña trasera está por delante de la delantera, y negativa en el caso contrario.
- Ángulo del paso: ángulo entre dos líneas imaginarias que unen tres huellas consecutivas de las patas traseras.
- Asimetría del paso: valor absoluto de la diferencia entre la longitud de dos pasos consecutivos (longitud del paso 1 menos longitud del paso 2).
Figura 4. Medidas en las
huellas dejadas por las vacas en su desplazamiento. F=delantera,
R=trasera, L=izquierda, R=derecha (a partir de Telezhenko y Bergsten,
2005)
Zancadas cortas, ángulo del paso pequeño
y un solapamiento de valor negativo elevado indican una movilidad
reducida. Este solapamiento negativo también indica un a menor longitud
de zancadas y de pasos.
Un suelo deslizante, inseguro, obliga a
las vacas a reducir la longitud de su zancada. Para mantener la
velocidad de desplazamiento deberán aumentar la frecuencia de los pasos,
lo que es proporcional a los costes metabólicos de locomoción.
La asimetría del paso se debe al
acortamiento del mismo cuando se cambia el apoyo de la pezuña lesionada a
la pezuña sana. Cuanto más dolor sienta la vaca en la pezuña dañada
(mayor cojera), mayor será la asimetría del paso. Las vacas cojas
muestran alivio en el dolor cuando caminan sobre una superficie blanda
como la goma o la arena, disminuyendo esta asimetría.
El ángulo del paso es un parámetro que
caracteriza la anchura de la vaca cuando camina. Cuanto más pequeño es
el ángulo, más amplia es la postura y viceversa. Por tanto, las vacas
cojas pueden abrir más las patas traseras cuando caminan sobre una
superficie dura, posiblemente para aliviar el dolor de las lesiones
probablemente localizadas en las pezuñas externas. De forma inversa, las
vacas cojas incrementan su ángulo del paso (juntan más las patas)
cuando caminan sobre superficies blandas.
2.2. Pendiente del suelo
Varios estudios revelan que las tasas
más altas de laminitis están asociadas con el uso de arrobaderas
automáticas para la limpieza de los pasillos. Esto resulta paradójico
debido a que este equipo tiende a limpiar los pasillos más
frecuentemente que los métodos manuales, lo que significa que hay menos
acumulación de estiércol..
Una teoría para explicar esto considera
que hay riesgo adicional por mala higiene (exposición elevada a
patógenos - dermatitis digital), que ocurre porque la arrobadera provoca
un arrastre de gran volumen de estiércol, sobre todo al final del
pasillo donde el dispositivo automático de limpieza acumula las
deyecciones arrastradas.
Otra explicación podría ser el elevado
riesgo de lesiones cuando las vacas brincan por encima o pasan alrededor
de la arrobadera, especialmente cuando las están arreando o cuando hay
aglomeración en el pasillo y no pueden evitar el obstáculo con
comodidad.
Una tercera idea señala que casi siempre
hay una fina capa de estiércol en el suelo debido en parte a la menor
pendiente típica de los pasillos diseñados para ser limpiados con
arrobaderas automáticas. La solución no es complicada: hacer pasar las
arrobaderas más frecuentemente para reducir el volumen de estiércol
arrastrado en cada ocasión y ponerlas a funcionar cuando las vacas salen
de la nave para ser ordeñadas.
Cuando se construye una instalación para
vacas de leche, el suelo de los pasillos debería contar con una
pendiente suficiente que permita un adecuado drenaje de la orina, del
posible agua de lluvia que haya entrado, del agua de refrigeración que
escurre del cuerpo de las vacas, etc. y lograr que el estiércol
depositado en el suelo no sea tan húmedo y lesivo para las pezuñas de
los animales.
Cuando el valor de la pendiente se
incrementa, también lo hace el riesgo de que las vacas resbalen. El
rango y nivel óptimo de la pendiente del suelo en ´las áreas más
frecuentadas por las vacas se señalan en la Tabla 1.
Tabla 1. Pendiente recomendada del suelo en diversas áreas de una granja de vacas de leche
La pendiente máxima de cualquier zona no
debe exceder del 6%. Si se necesitase un pasillo de mayor pendiente
para conectar dos áreas, debe diseñarse un escalón de 15-20 cm de altura
(contrahuella) y una longitud mínima de 90 cm (huella). Esta huella, a
su vez, podría tener una pendiente máxima del 1,5% para contribuir a
resolver el desnivel entre ambas áreas.
Cuando los pasillos de retorno de la
sala de ordeño se sitúan junto a la sala de espera, la pendiente hacia
debajo de aquéllos es la misma que hacia arriba de dicha sala.
Observaciones de campo sugieren que el avance de las vacas se ralentiza
considerablemente con pendientes hacia abajo superiores al 5%,
circunstancia que puede verse agravada por la presencia en estos
pasillos de baños de pezuñas que, al tener que colocarse necesariamente
en horizontal, crean un escalón a la entrada o a la salida de una altura
considerable. Por ejemplo, un baño de 1,5 m de longitud y 12 cm de
profundidad, colocado en un pasillo del 6% de pendiente, supone un
escalón de casi 22 cm de altura, que supone un claro estrés para los
animales e impide un adecuado flujo de salida de éstos de la sala de
ordeño.
3. Alojamientos y cojeras
No todos los problemas de cojeras se
deben al suelo sobre el que viven las vacas. Hay que tener en cuenta que
las cojeras de las vacas lecheras son de origen multifactorial. Los
principales factores que aumentan el riesgo de cojeras (además del
suelo) y que, por lo tanto, deben tenerse en cuenta en los programas de
prevención, son los siguientes:
- Número insuficiente de cubículos o diseño inadecuado de los mismos, especialmente en lo que a la longitud de los mismos se refiere, lo que resulta en que las vacas (sobre todo, las de menor rango jerárquico) permanecen demasiado tiempo de pie.
- Prácticas de manejo que obligan a los animales a permanecer demasiado tiempo de pie. Por ejemplo, tiempos de ordeño excesivamente prolongados.
- Densidad excesiva de animales. Que resulta en una disminución del tiempo de reposo, un aumento de las interacciones agresivas y una acumulación de deyecciones en el alojamiento. Las interacciones agresivas aumentan el riesgo de lesiones en las patas, sobre todo para los animales dominados, que se ven obligados a realizar movimientos bruscos para apartarse de las dominantes o que intentan refugiarse permaneciendo de pie con las patas delanteras en el cubículo y las traseras en el pasillo, lo que aumenta la carga sobre estas últimas. La acumulación de deyecciones reblandece las pezuñas.
- Cambios frecuentes en la composición del grupo o diseño inadecuado de los pasillos, especialmente si son muy estrechos o no tienen salida, lo que conduce a un aumento de las interacciones agresivas.
- Manejo brusco de los animales, lo que da lugar a que las vacas se muevan demasiado deprisa, aumentando el riesgo de lesiones en las pezuñas, sobre todo si las características del suelo no son las adecuadas.
- Estrés calórico, que puede causar acidosis ruminal y un aumento de laminitis de origen metabólico (ver Frisona española nº 197).
- Cuidado inadecuado de las pezuñas, puesto que el recorte de éstas reduce el riesgo de padecer cojeras, aunque también un recorte excesivo puede dar lugar a cojeras en vacas sanas.
- Cambios bruscos en la alimentación o dieta desequilibrada
Es absolutamente necesario limpiar con
frecuencia los pasillos, pues un exceso se suciedad, sobre todo en
invierno, conlleva una excesiva humedad en las pezuñas, las cuales se
reblandecen a una velocidad muy superior a la que se secan, siendo éste
un factor predisponente adicional en el origen de las cojeras (Figura
5).
Figura 5. Pasillo sucio y húmedo
4. Preparación de suelos hormigonados
La experiencia demuestra que, en muchas
ocasiones, los problemas empiezan en el mismo momento de la
construcción, cuando se vierte y extiende el hormigón. Para evitarlos
debemos tener presente cuáles son las características deseables de un
suelo para que no suponga una causa de disconfort en los animales:
- Proporcionar una superficie de desplazamiento relativamente seca
- Permitir un desplazamiento seguro y cómodo, es decir, no deslizante y tampoco abrasivo, lo que supone la principal dificultad en la preparación del suelo
- Duradero sin perder sus propiedades
Habitualmente, el suelo por el que se
desplazan las vacas se prepara creando unas ranuras paralelas (o en
otras disposiciones geométricas) en la superficie del hormigón en un
determinado momento del fraguado. Estas ranuras son las que se pretende
que proporcionen un adecuado agarre o tracción a los animales.
Figura 6. Dibujo hexagonal del suelo
Consultando distintas referencias se
puede comprobar que hay divergencias entre ellas (a veces notables)
sobre cómo debe ser un correcto rasurado del hormigón. Probablemente la
mejor opción será la que proporcione una buena adherencia en todas las
direcciones. Para ello, se propone realizar un dibujo hexagonal con
polígonos de 5 cm de lado (figura 6).
Este dibujo se puede realizar hoy día
sin mayores problemas que su mayor coste, utilizando técnicas de
hormigón impreso utilizadas con asiduidad en pavimentos urbanos, aunque
existe el riesgo de que al levantar los moldes de grabado del hormigón
los hexágonos, que deberían ser planos, queden convexos.
En su defecto, también resulta interesante un doble rayado en ángulo para formar rombos (Figuras 7 y 8).
Figura 7. Suelo rayado en forma de rombo
Figura 8. Herramienta para el rayado
Figura 9. Rayado longitudinal
Esta disposición favorece el agarre de
las pezuñas en tres circunstancias especialmente delicadas: cuando el
animal está comiendo o cuando sale o entra de la zona de reposo (se
cubículo o sea cama caliente). Indudablemente, cuando se desplaza a lo
largo del pasillo la tracción no es tan buena como en los rayados
descritos anteriormente.
Donde no parecen tampoco ponerse de
acuerdo los técnicos e investigadores que trabajan en este asunto es en
las dimensiones que deben tener las ranuras y, sobre todo, cuánto deben
estar separadas. Frente a los que sostienen que las ranuras no deben
separarse más de 5 cm para que el deslizamiento se las pezuñas “se pare
antes de iniciarse” al encontrar rápidamente una de ellas, están los que
señalan que esta distancia impide al animal apoyar la mayor parte de su
pezuña sobre una superficie plana y que, por ello, favorecen las
lesiones podales.
Una solución que nos ha convencido aunque tiene un costo algo mayor es la siguiente:
- Ranuras de 1,0-1,5 cm de anchura y 1,0-1,5 cm de profundidad. Una mayor profundidad tiene la ventaja de demorar más tiempo un nuevo rayado.
- Ranuras separadas entre 7,5 y 10 cm. Esta separación permite un mejor apoyo de la pezuña
- La superficie entre ranuras puede rayarse ligeramente para mejorar la adherencia, sin llegar a provocar abrasión. El inconveniente es que este rayado dura poco (al ser muy ligero) y es necesario repetirlo frecuentemente (figura 10).
Figura 10. Diversos ranurados y acabados del suelo
Lo verdaderamente difícil es efectuar el
rayado en el momento preciso. Si el hormigón está demasiado fresco, el
paso de las herramientas dejará aristas más rugosas y un acabado
deficiente. Incluso la ranura tiende a cerrarse tras el paso de la
herramienta. Si, por el contrario, el hormigón ya está demasiado duro,
la herramienta no penetrará bien y se formarán convexidades en la zona
de apoyo de las pezuñas y ésta no será uniforme. También puede
levantarse ligeramente el hormigón y dejar una superficie muy rugosa. En
la figura 11 se muestran cuatro imágenes, observándose una buena
terminación en la mitad de cada una de ellas y un mal acabado en la otra
mitad.
Figura 11. Acabados correctos e incorrectos de un suelo ranurado
Suelos nuevos o viejos con agujeros o
superficie irregular aumentan el riesgo de tropezones y torceduras de
las articulaciones del “menudillo” (articulación metatarso/metacarpo
falángica).
Si una vez fraguado el hormigón se
observa que la superficie queda abrasiva será necesario utilizar una
máquina “lijadora” que deje la superficie correctamente. También pueden
atarse al tractor un determinado número de bloques de hormigón y, tras
sucesivas pasadas del tractor, se habrán eliminado esas rugosidades que
hacían impracticable el suelo. Para saber si el suelo tiene una
terminación adecuada, algunos técnicos recomiendan andar descalzos sobre
el suelo; es decir, si una persona puede andar descalza por una
superficie de hormigón sin lastimarse, tampoco la vaca se lastimará las
pezuñas.
La superficie del suelo se deteriora por
el continuo paso de las arrobaderas y por las heladas; una fina lámina
de estiércol permanece, convirtiendo el suelo en una superficie
deslizante e insegura. Por tanto, todos los pasillos por donde circula
el ganado deben ser periódicamente estriados en su superficie.
Hay que evitar situaciones como las
reflejadas en la figuras 12 y 13, debidas a una mala terminación del
hormigón (vibrado defectuoso, generalmente) o un desgaste excesivo unido
a una mala calidad del hormigón.
Figuras 12 y 13. Suelos con terminación defectuosa y áridos sueltos
Dadas las dificultades que tiene
conseguir un adecuado rayado del suelo durante el fraguado del hormigón,
cabe la opción de efectuar este rayado una vez que el hormigón ya ha
adquirido su dureza definitiva. En este caso, una vez fraguado
completamente el hormigón se hace pasar una máquina especial para
realizar el ranurado del suelo. Después de esta operación el suelo debe
ser lavado concienzudamente para eliminar los restos de material y de
polvo. Generalmente, el hormigón tiene un pH bastante alcalino que puede
originar problemas adicionales al de su dureza. Para evitarlo, se puede
realizar un primer lavado incorporando al agua un ácido suave como el
acético o el fosfórico, para bajar el pH del suelo a un nivel inocuo
para las pezuñas del animal.
5. Suelos de goma
En los últimos años se están
incorporando en parte de la superficie del establo (por ejemplo, delante
del comedero, en los pasillos hacia la sala de ordeño y en el corral de
espera al ordeño) otros materiales más “flexibles” y cómodos que dan la
oportunidad al animal de “aliviarse” de la dureza del hormigón:
alfombras de goma. (Figuras 14, 15, 16 y 17).
Figuras 14, 15, 16 y 17. Alfombras de goma en comedero, pasillos, espera al ordeño y andén
Estos suelos blandos también inciden
sobre el comportamiento del animal. En particular, la acción de lamerse
la cola o la ubre es un valioso indicador de la calidad de los suelos,
pues los animales se colocan en una posición inestable, con una pata
posterior levantada y la pata delantera en diagonal (Figura 18).
Figura 18. Un suelo seguro permite manifestar determinadas conductas
Del mismo modo, el miedo a resbalar en
un suelo no adecuado provoca que las vacas no manifiesten sus celos por
medio de la monta, comportamiento que sí manifiestan sobre superficies
(como la goma) que les aseguran una buena tracción e impiden que
resbalen y caigan (Figura 19).
Figura 19. Las vacas se sienten más cómodas sobre el suelo de goma
La tranquilidad que las gomas colocadas
en la sala de espera y sala de ordeño aportan al ganado estimula una
adecuada secreción de oxitocina y no de adrenalina. También se ha
observado que defecan menos y tiran menos pezoneras.
La colocación de las alfombras o tapetes
de goma requieren una base de hormigón u otra superficie rígida como
material base para proporcionar soporte y un medio para anclar el
producto.
Cuando se instala una alfombra de goma
en la porción del pasillo de la vaca adyacente al comedero, hay que
rebajar la superficie del piso de hormigón que va a recibir esta
alfombra para crear una superficie uniforme o pendiente para el agua. De
otra forma habría que ajustar las hojas de la pala arrobadera que se
use para que se adapte a un pasillo desigual.
Los materiales con los que se fabrican
estas alfombras de goma deben facilitar el confort y bienestar de las
vacas, al tiempo que deben ser capaces de resistir muchos factores
ambientales de las instalaciones. Los pisos tienen que tener grosor y
composición adecuados para ofrecer alivio de un sustrato más duro
situado por debajo y, al mismo tiempo, brindar seguridad para que las
vacas puedan apoyar bien. También tienen que ser lo suficientemente
resistentes para resistir la compresión, tensión y fuerza de desgaste de
las vacas, equipos y variaciones térmicas que se aplicarán
continuamente sobre ellos.
Buena parte de las bandas de goma que
han instalado los productores de leche en os Estados Unidos se han
obtenido como desecho de la industria minera, donde se usan en cintas
transportadoras de minerales. Aunque varían en dureza y grosor debido a
la diferencia de productos entre fabricantes y a la manera en que fueron
utilizados inicialmente, las bandas de goma que se usan generalmente
tienen un grosor entre 2 y 3 cm, una dureza de 70 a 85 en una escala de
medición llamada A-Shore y están reforzadas con alambre metálico. La
presentación comercial suele ser en rollos que son extendidos en la
granja y fijados con anclajes resistentes a la corrosión. Estos anclajes
deben estar enterrados profundamente en el hormigón para resistir las
fuerzas aplicadas a las bandas, y estar ligeramente hundidos para evitar
que el tejido de alambre perfore los cascos de las vacas.
Se pueden trazar surcos en estas bandas para proporcionar tracción adicional y facilitar el drenaje de la orina.
Otra posibilidad es el empleo de rollo
de goma, similar a los anteriores, pero sin ser un producto de desecho
de la industria. Estas alfombras están reforzadas con fibras de
naylon-poliéster, lo que hace de él un producto más fácil de cortar en
el campo que las bandas de goma reforzadas con alambre de metal. Otra
ventaja es su grosor y dureza, que son más constantes entre un rollo y
otro, a diferencias de las bandas de uso minero; es decir, se trata de
un producto más estandarizado.
Cuando empezaron a usarse suelos de
goma, casi la mitad de los ganaderos rayaron esta goma porque se volvía
muy resbaladiza al humedecerse. Hoy día, las gomas se comercializan con
diversos relieves para favorecer el agarre (Figura 20).
Figura 20. Suelo de goma con relieve en la cara superior para aumentar el agarre y en la inferior para aumentar la adherencia a la base
Con el paso del tiempo (1 a 4 años) los
problemas de cojera pueden incrementarse, lo que se explica por el menor
desgaste y mayor crecimiento de la pezuña en este tipo de suelo y el
reblandecimiento del casco. Cuando una pezuña se lesiona sobre un suelo
de goma tarda más en curarse. Estos suelos no implican necesariamente
más vacas cojas pero las cojeras duran más tiempo y se da una mayor
coincidencia de vacas cojas por esta razón.
Sin embrago, otros estudios si señalan
una menor incidencia de cojeras cuando las vacas se desplazan sobre
estos suelos más blandos. En lo que sí coinciden todos las experiencias
realizadas es que sobre suelos de goma las vacas se sienten más
confortables, como lo indica el hecho de que cuando la superficie de
este suelo está restringida su uso está correlacionado con el orden
jerárquico de las vacas y la preferencia de las vacas por pisar sobre
este suelo (Figura 21).
Las vacas también pasan más tiempo
tumbadas en el pasillo cuando éste está recubierto con goma, aunque
también hay que pensar en que este comportamiento esté relacionado con
una falta de confortabilidad de los cubículos lo que hace que su uso no
resulte atractivo para las vacas, por incómodos.
Figura 21. Las vacas prefieren el suelo de goma al de hormigón
La instalación de esto suelos es
especialmente importante en las zonas donde las vacas realizan giros
bruscos o donde hay canaletas o rejillas que las vacas deben pisar o
“saltar” sobre ellas.
Obviamente, estos suelos suponen un
coste añadido en la instalación y parecen presentar ciertos problemas
cuando el sistema de limpieza mediante arrobadera con filo metálico .
También los granjeros manifiestan ciertas reservas a la vida útil de
estas alfombras y a la necesidad de arreglar las pezuñas con más
frecuencia por el menor desgaste que experimentan.
Sin embargo, de diversos estudios
realizados hace pocos años se desprende que la menor cuantía de los
gastos ocasionados por cojeras en vacas sobre superficie de goma frente a
las que están sobre superficie hormigonada, daba lugar a un pay-back de
las alfombras de 1,52 años, considerando sólo el coste del material,
sin aplicar costes de instalación e intereses. También hay que tener en
cuenta otros factores como la mejora del estado general de los animales,
mejora de la fertilidad e incremento de la producción. Si la tasa de
reposición baja por la colocación de las gomas del 35 al 28%, en un
establo de 140 vacas, eso supone que las alfombras se podrían amortizar,
sólo por este hecho, en menos de 6 años. Teniendo en cuenta que es
frecuente desechar vacas adultas, excelentes productoras, por problemas
continuos de patas que influyen en que no queden preñadas, la
minimización de este problema haría que estos animales tuvieran una
mayor longevidad en el rebaño.
6. Suelos emparrillados
En algunos países son muy numerosas las
granjas donde los pasillos de circulación y/o los de alimentación
consisten en slats o emparrillados a través de los cuales pasan las
deyecciones para caer en fosos situados debajo. Este tipo de suelo
presenta diversas ventajas:
- Proporciona a la vaca una superficie generalmente más seca.
- No se requiere entrar para limpiar el pasillo
- No se requieren medios mecánicos para la retirada de las deyecciones.
- Las vacas suelen estar más limpias, incluso aunque se tumben en os pasillos.
- Hay menos suciedad en los cubículos
- Las deyecciones pueden almacenarse bajo el emparrillado, ahorrando espacio en el exterior.
Pero también presentan ciertos inconvenientes:
- Las vacas suelen caminar con menos confianza y seguridad
- Si el estiércol se acumula sobre el emparrillado, las vacas caminarán con dificultad.
- La acumulación de estiércol bajo el emparrillado genera gases y olores.
- Las vacas pueden sufrir heridas y lesiones por las aberturas del emparrillado (aunque no suele haber muchas quejas de los ganaderos sobre este particular).
- La construcción de los fosos y los slats son costosos.
- Si hay que levantar una vaca caída, el emparrillado no suele soportar el peso de un tractor.
Los slats usados habitualmente presentan
unas barras de hormigón de 15 a 20 cm de ancho, separadas por espacios
(aberturas por las que caen las deyecciones) de 4,5 a 5 cm. Sus
dimensiones están determinadas por la anchura del pasillo.
Otro diseño más reciente es el de
planchas de hormigón donde se han practicado aberturas de 10 a 20 cm de
longitud y de 4,5 a 5 cm de anchura (Figuras 22 y 23).
Figura 22. Pasillos con slats
Figura 23. Dimensiones recomendadas
No somos en absoluto entusiastas de este
sistema. La comodidad en el manejo de las deyecciones no es compensada,
a nuestro juicio, por la mayor incomodidad que aportan y, sobre todo,
por la mala calidad del aire de estos establos pues los fosos se
convierten en focos de emisión de gases nocivos en el interior del
alojamiento. Quizá en climas fríos puedan tener cierto interés, pero en
España pensamos que no es una opción adecuada. Y tampoco es la más
barata de construir.
Como hemos señalado, el desplazamiento
de las vacas es particularmente deficiente en estos suelos emparrillados
de hormigón, al resultar muy deslizante. La colocación de gomas sobre
las rejillas mejora notablemente aquél (Figura 24). También con estas
gomas parece aumentar la “autolimpieza” por la mayor actividad de las
vacas derivada de una mayor confianza y seguridad de sus movimientos,
disminuyendo el número de deslizamientos laterales y mejorando la
puntuación de la locomoción, tanto en vacas cojas como en vacas sanas.
También mejora el estado sanitario de las pezuñas.
Figura 24. Emparrillados con gomas
7. Otras alternativas de suelo
En algunas zonas de la granja lechera
hay una fuerte interacción cuidador-vaca, lo cual puede ser aceptado o,
al menos, tolerado por el animal dependiendo de diversos factores,
incluyendo su experiencia anterior en dichas zonas. Éstas son los
andenes de la sala de ordeño, mangas o elementos donde se restrinja el
movimiento del animal para puede causar temor adicional en la vaca,
queriendo alejarse, a veces con brusquedad. En esta situación, la falta
de adherencia es muy peligrosa. Por ello, se admite como recomendable
aumentar el grado de adherencia en el suelo de estas zonas, aunque
supongan también un mayor grado de abrasión. Al fin y al cabo, el tiempo
de permanencia de las vacas en estas zonas no es muy prolongado (Figura
25).
Figura 25. Suelo antideslizante, de tipo epoxídico, en la sala de ordeño
Se pueden preparar suelos de forma
similar a los que se utilizan en la industria alimentaria, para
minimizar el riesgo de resbalones, a base de agregados embebidos en una
matriz de resinas epoxídicas. Esta superficie también es útil para
proteger el hormigón de la acción erosiva de los ácidos de las
deyecciones y de la leche así como en puntos clave de las instalaciones
de vacuno donde el riesgo de resbalones es mayor; por ejemplo, alrededor
de los bebederos, a la entrada de la sala de ordeño o en los propios
andenes de esta sala.
Sin embargo, no se conoce con certeza el
tamaño óptimo que deben tener estos agregados. Si son muy pequeños es
probable que tengan poco efecto sobre la resistencia de la superficie
epoxídica al deslizamiento. Si por el contrario son muy grandes pueden
dificultar el desplazamiento de las vacas debido a una fricción excesiva
y consiguiente mayor abrasión de las pezuñas. En un estudio británico
(Phillips y Morris, 2001) de hace una década, se añadieron agregados de
bauxita de 0,5, 1,2 y 2,5 mm de diámetro, consiguiéndose unos
coeficientes de fricción estática de 0,35 (sin agregados), 0,42, 0,49 y
0,74, respectivamente. Años antes se estableció (Webb y Nilsson, 1983)
que la incidencia de deslizamientos se incrementa rápidamente en suelos
con coeficientes de fricción estática inferiores a 0,4.
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